Significado de no comerse ni una rosca
No comerse ni una rosca significa no triunfar, no tener éxito. Si no apruebas los exámenes, no te toca ni un céntimo en la lotería, no te cogen en ningún trabajo, no encuentras pareja por más que intentas ligar, etc., significa que no te comes ni una rosca.
Hay un término que utilizan mucho los anglosajones para esto: ser un/una loser (perdedor/a), y a veces acompañan con un gesto de la mano en la frente formando una L, como si la llevasen escrita.
Una rosquilla, según el diccionario de la RAE, es un dulce en forma de rosca pequeña, hecho de masa de harina con huevos, azúcar y algún otro ingrediente.
Origen de la expresión
El origen de la expresión viene de las clásicas rosquillas madrileñas tan comunes sobre todo en la época del mes de mayo, aproximándose la verbena de San Isidro labrador, uno de los patrones de la Ciudad de Madrid.
Aunque las rosquillas tienen su origen en el Imperio Romano, llegaron a Madrid durante la Edad Media, y siglos más tarde fue cuando se popularizaron durante la verbena de San Isidro.
La famosa tía Javiera fue una mujer que vivía en un pueblo de la periferia de Madrid y llegaba siempre por las fechas de la verbena a la pradera de San Isidro, concretamente en la ermita del Santo, subiendo la cuesta a la izquierda, ponía un puesto con un letrero en el que anunciaba sus características rosquillas, con una cobertura de yema y limón que las hacía irresistibles (conocidas hoy como «las listas»).
El sabor dulce lo conseguía no con azúcar sino con aguardiente y anís, y las colgaba de una caña para que secasen, nadie las hacía de esta manera.
La tía Javiera murió sin descendencia y nadie pudo heredar su receta, pero pronto le salieron imitadores por todas partes haciéndose pasar por familiares de esta y diciendo que habían heredado la verdadera receta, cuando lo que hacían era inventarse nuevas modalidades de cobertura, y así surgieron otras categorías.
Pues estas roscas o rosquillas se ofrecían entre chulapos y chulapas como símbolo de cortejo para pedir un baile, y si aceptaban, el cortejo podría continuar. Por eso, quien no se comía ni una rosca es que no había tenido ningún éxito.
En conclusión, si no te comes ni una rosca, acércate a Madrid en el mes de mayo y podrás elegir entre una gran variedad.