Significado de pedir o prometer el oro y el moro
Prometer el oro y el moro es exagerar grandes promesas tan difíciles de cumplir que al final nunca se llegan a realizar.
Ejemplos:
Mi jefe me prometió el oro y el moro a cambio de modificar mi horario y mis vacaciones y no ha cumplido nada.
Los políticos prometen el oro y el moro en precampaña y cuando llegan al poder no cumplen ni la mitad de lo que prometieron.
Pedir el oro y el moro es solicitar algo exagerado, imposible de asumir, pedir lo que no se puede conseguir, o casi imposible.
Ejemplos:
Para encontrar un trabajo decentemente remunerado te piden el oro y el moro como requisitos.
He ido al banco a pedir un préstamo hipotecario y me han pedido el oro y el moro.
Origen de la expresión
Prometer, pedir o querer el oro y el moro son expresiones con diferentes teorías sobre su origen.
Uno de los orígenes se remonta al año 1426 en la ciudad de Jerez (Cádiz, Andalucía), cuando un grupo de caballeros cristianos apresaron a unos 40 o 50 moros de tomo y lomo, entre los que se encontraban el alcaide de la ciudad malagueña de Ronda, Abdalá, y su sobrino Hamet.
Abdalá consiguió su liberación tras el pago de una fuerte suma de dinero, pero para liberar a Hamet, la esposa del caballero Fernández de Valdespino no lo quería liberar por menos de 100 doblas de oro.
Inmediatamente, esto llegó a oídos del rey de Castilla, Juan II, quien ordenó a los caballeros jerezanos que liberaran a Hamet y al resto de prisioneros, pero estos se opusieron y pidieron el pago por los gastos de manutención y guarda del cautivo.
Molesto con esto, el rey exigió el traslado de Hamet y sus compañeros a su corte.
Pronto comenzaron a extenderse los rumores por el pueblo de que el rey pretendía quedarse con el oro y el moro, puesto que intentaba negociar con ambos bandos prometiendo el pago a sus caballeros y a los otros liberar al susodicho.
La otra teoría sobre el origen de esta expresión surge del lexicógrafo y escritor español José María Iribarren, quien afirmó que la expresión provenía de una fórmula de repetición en la que entra la m como inicial de la segunda palabra, como sucede con expresiones como «a troche y moche, ares y mares, orondo y morondo», etc.
En definitiva, ¿a quién no le han prometido o pedido el oro y el moro alguna vez?