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Tomar las de Villadiego

¿Qué significa tomar las de Villadiego?

tomar las de Villadiego

Tomar las de Villadiego (o coger las de Villadiego) es una expresión para indicar que alguien se ha ido sin previo aviso, de manera repentina o sin dar explicaciones.

Ejemplos:

Cuando íbamos a pagar, Pablo tomó las de Villadiego y desapareció.
Ayer estábamos trabajando y, de repente, mi compañero tomó las de Villadiego y se ha ido de la empresa, no sabemos nada más.
Un día de estos voy a coger las de Villadiego y os voy a dejar plantados.

Origen de la expresión

coger las de villadiego

Según el diccionario de la RAE, coger o tomar las de Villadiego es una locución verbal coloquial que significa ausentarse impensadamente, de ordinario por huir de un riesgo o compromiso.

Para encontrar los orígenes de esta expresión nos tenemos que ir hasta la localidad de Villadiego, municipio de la provincia de Burgos, en la comunidad autónoma de Castilla y León (España).

Hay quien afirma que fue en plena Edad Media cuando a un rey de Castilla se le ocurrió realizar una expedición militar contra la villa de Villadiego, que era un centro de comercio importante, lo que con el tiempo acabó dando origen a una comunidad judía.

En medio de aquella expedición, sin mediar explicación, el rey decidió cancelarla y darse media vuelta, huyendo así de Villadiego. Entonces sus tropas extrañadas, comenzaron a extender el rumor de que el monarca había «tomado las de Villadiego», que significaba ese comportamiento repentino de huida. Esta versión es poco creíble.

tomar las de villadiego

Otra versión apunta a aquellos judíos que bien llenaban las arcas del rey con sus impuestos. Por este motivo, el rey Fernando III el Santo (siglo XIII) prohibió las persecuciones, apresamiento y maltrato a los judíos a través de una carta, ya que si no, vería mermados sus ingresos. Años después, ese decreto fue ratificado por su hijo Alfonso X el Sabio.

Aquel «privilegio» de los judíos mediante decreto llevaba a cambio el tener que vestir unas calzas de color amarillo, (es curioso las veces que a lo largo de la historia les asignan el color amarillo), y con esas calzas podían ser reconocidos. De este modo, los judíos cuando entraban en Villadiego se ponían las calzas amarillas, lo que garantizaba su protección y cambio de estatus a uno más seguro. 

Esta expresión la podemos encontrar en obras de la literatura española como La Celestina y, cómo no, en El Quijote.